Dinero y globalizacion
Pero ¿ la globalización es algo bueno?
Una cosa es decir que el comercio enriquece a países como Estados Unidos; y otra bien distinta, decir que la globalización es algo bueno. Para hacerles justicia a todos los argumentos que existen acerca de la globalización, sería necesario un libro entero. En un breve articulo, sólo hay tiempo para abordar dos quejas comunes sobre la globalización. La primera es que ésta es mala para el planeta; la segunda es que es mala para los pobres de todo el mundo.
En primer lugar, debemos ser algo más precisos acerca de lo que significa globalización, sin llegar a ser demasiado técnicos. Aun dejando a un lado los fenómenos no económicos, tales como la propagación de la televisión estadounidense, la comida india y las artes marciales japonesas, hay mucha integración económica internacional aparte del comercio. Puedo citar al menos cinco temas distintos: el comercio de bienes y servicios; la migración de las personas; el intercambio de conocimientos técnicos; la «inversión extranjera directa», o la construcción o compra de fábricas y empresas en el extranjero; e inversiones transfronterizas en activos financieros como acciones y bonos.
Muchas discusiones sobre la globalización confunden todas ellas. Aun a riesgo de simplificarlo demasiado, permítanme dejar tres de estos temas a un lado: la migración, el intercambio de tecnología y las inversiones transfronterizas en activos financieros; no porque no sean impor tantes, sino porque estos temas no son los primeros que vienen a la mente de la gente cuando se habla de globalización. La migración es un tema polémico por otras razones; por lo general, xenofobia y egoísmo. Por otro lado, son pocos los que se oponen a la divulgación de pacíficos conocimientos técnicos y científicos. Las inversiones transfronterizas en activos financieros son tema de un considerable debate técnico entre los economistas; son una gran oportunidad tanto para los ricos como para los pobres, pero se trata de una oportunidad que acarrea cierto riesgo. Por cuestiones de espacio, no diremos más acer ca de estos tres temas.
En la mayoría de los casos, cuando la gente discute sobre la globalización, habla sobre las dos tendencias restantes: más comercio y más inversiones directas por parte de las compañías de países ricos, tales como la construcción de fábricas en países pobres. Se planifica un nota ble porcentaje de inversiones extranjeras en países pobres para producir bienes que se enviarán de vuelta a los países ricos; mientras esto sea así, el comercio y las inversiones extranjeras estarán estrechamente relacionados entre sí. Es ampliamente reconocido que las inversiones extranjeras son positivas para el crecimiento económico en los países pobres que siempre necesito dinero: para ellos es una excelente manera de crear puestos de trabajo, aprender las técnicas de vanguardia, y hacerlo sin tener que inver tir su escaso dinero. A diferencia de las inversiones en acciones, divi sas o bonos, las inversiones extranjeras directas no se pueden cancelar precipitadamente en situaciones de pánico. Como dice el periodista económico Martin Wolf, «las fábricas no caminan».
Una cosa es decir que el comercio enriquece a países como Estados Unidos; y otra bien distinta, decir que la globalización es algo bueno. Para hacerles justicia a todos los argumentos que existen acerca de la globalización, sería necesario un libro entero. En un breve articulo, sólo hay tiempo para abordar dos quejas comunes sobre la globalización. La primera es que ésta es mala para el planeta; la segunda es que es mala para los pobres de todo el mundo.
En primer lugar, debemos ser algo más precisos acerca de lo que significa globalización, sin llegar a ser demasiado técnicos. Aun dejando a un lado los fenómenos no económicos, tales como la propagación de la televisión estadounidense, la comida india y las artes marciales japonesas, hay mucha integración económica internacional aparte del comercio. Puedo citar al menos cinco temas distintos: el comercio de bienes y servicios; la migración de las personas; el intercambio de conocimientos técnicos; la «inversión extranjera directa», o la construcción o compra de fábricas y empresas en el extranjero; e inversiones transfronterizas en activos financieros como acciones y bonos.
Muchas discusiones sobre la globalización confunden todas ellas. Aun a riesgo de simplificarlo demasiado, permítanme dejar tres de estos temas a un lado: la migración, el intercambio de tecnología y las inversiones transfronterizas en activos financieros; no porque no sean impor tantes, sino porque estos temas no son los primeros que vienen a la mente de la gente cuando se habla de globalización. La migración es un tema polémico por otras razones; por lo general, xenofobia y egoísmo. Por otro lado, son pocos los que se oponen a la divulgación de pacíficos conocimientos técnicos y científicos. Las inversiones transfronterizas en activos financieros son tema de un considerable debate técnico entre los economistas; son una gran oportunidad tanto para los ricos como para los pobres, pero se trata de una oportunidad que acarrea cierto riesgo. Por cuestiones de espacio, no diremos más acer ca de estos tres temas.
En la mayoría de los casos, cuando la gente discute sobre la globalización, habla sobre las dos tendencias restantes: más comercio y más inversiones directas por parte de las compañías de países ricos, tales como la construcción de fábricas en países pobres. Se planifica un nota ble porcentaje de inversiones extranjeras en países pobres para producir bienes que se enviarán de vuelta a los países ricos; mientras esto sea así, el comercio y las inversiones extranjeras estarán estrechamente relacionados entre sí. Es ampliamente reconocido que las inversiones extranjeras son positivas para el crecimiento económico en los países pobres que siempre necesito dinero: para ellos es una excelente manera de crear puestos de trabajo, aprender las técnicas de vanguardia, y hacerlo sin tener que inver tir su escaso dinero. A diferencia de las inversiones en acciones, divi sas o bonos, las inversiones extranjeras directas no se pueden cancelar precipitadamente en situaciones de pánico. Como dice el periodista económico Martin Wolf, «las fábricas no caminan».